De un tiempo a está parte los lugares dónde escuchar música están cambiando, el boca a boca está haciendo que bares que forman parte del conocido circuito madrileño llenen sus espacios.

Tan importante es la música que se escucha, como el cómo se escucha, es decir, las características sonoras, espaciales y ambientales que acompañan esa música. Debe ser la mezcla de música y ambiente lo que está haciendo que los bares, conocidos por albergar música no muy comercial, estén llenas de gente decidida a pasar un buen rato. Estas salas forman parte de lo que en la calle se conoce como “circuito madrileño”.
El circuito madrileño de bares o circuito madrileño de cantautores, hace referencia a una serie de característicos bares y salas que dan oportunidades a músicos no conocidos y que en muchas ocasiones les sirven de plataforma. La mayoría de estos bares acogen a músicos que no tienen la posibilidad de tener el respaldo de una discográfica, que venden maquetas grabadas en casa, pero que a base de tocar en estos sitios se han hecho con un público fiel, que se va conociendo concierto a concierto.
El ambiente de estos bares también es importante. No son grandes salas, ni espectaculares lugares como el Palacio de los Deportes o la Plaza de las Ventas. Parte de la magia que acompaña a los conciertos que albergan, son las mesas, sillas y sofás en los que el público está tomando algo, mientras escuchan música.

Con estas circunstancias de ambiente, la complicidad entre el músico y el público es especial y esto hace que más que un concierto, se trate de una reunión de amigos. Es habitual que los propios músicos se inviten unos a otros a sus conciertos, para cantar con ellos, por amistad o como ayuda para intentar promocionar a nuevos músicos. Por eso es habitual que cuando vas al concierto de alguno, salgas conociendo las canciones de 2 o 3 músicos más.
El bar más representativo de este circuito es, sin duda, Libertad 8 (calle de la libertad 8) o también conocido como “El Templo de la Música”. Con un escenario en el que sólo caben dos personas, y apretadas, y con poco más de 9 mesitas, este bar ha sido la cuna de importantes músicos como Jorge Drexler, Pedro Guerra e Ismael Serrano entre otros. En 2005 este bar creó su propio sello discográfico para promocionar a nuevos talentos. La noticia se puede leer aquí.
Quique González en Libertad 8:
El Buho Real, calle Regueros 5, es una alternativa a Libertad 8. También de dimensiones pequeñas, en su web han incluido Buho Real Televisión, donde retransmiten los conciertos a través de Internet. Esta difusión gratuita de conciertos que también hace la Sala Galileo Galilei y la web Central Musical, es una manera de intentar llegar a más público.
La Sala Galileo Galilei, calle Galileo 100, y la Sala Clamores, calle Alburquerque 14, acogen en sus
salas, no sólo música de autor sino diferentes espectáculos. La Sala Galileo Galilei, que lleva en funcionamiento de 1985, tiene entre su programación recurrente la música de cantautores y los espectáculos de Humor. Una señal característica de la sala son las fotografías dedicadas, que empapelan las paredes, de las personas que han tocado en la sala. El camerino es un sitio público al que muchas personas se acercan después de los conciertos para hablar con el artista en cuestión.

La Sala Clamores, inaugurada en 1981, acoge entre sus espectáculos, además de la música de cantautor, músicas étnicas y de diferentes lugares, distintas. Además está especializada en conciertos de jazz.
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